martes, 17 de julio de 2012

Protestas sin Alma



Desde que la moda verde invadió el mundo, se hacen más frecuentes las protestas ambientalistas; desde la tala de árboles de los bosques de la Amazona brasileña hasta la protección de los cangrejos de las playas ecuatorianas…y Panamá no escapa de esta realidad. Lo cierto es que protestar es el derecho de todo ser humano, de demostrarle al gobierno y a la sociedad, su disconformidad con algún acontecimiento o decisión tomada….pero, ¿es suficiente? ¿Existe un límite o ponerle un límite afecta la tan apreciada libertad de expresión que tenemos como miembros de un país democrático?

En un país como Panamá, donde abundan los millones de dólares, la transparencia en las concesiones y la credibilidad de los Estudios de Impacto Ambiental, se tomo la decisión de construir un edificio con 300 estacionamientos, por el módico precio de 6.9 millones de dólares, por la empresa Corcione & Asociados (donde uno de los accionistas es el mismo que esta lucrando por las multas de transito de las cámaras instaladas en calles…ah! Por cierto, socio del hijo de nuestro prestigioso Presidente).

Además del sospechoso precio, existe el costo ambiental de esta obra: 40 arboles….40 árboles por 300 estacionamientos; definitivamente no existe una formula matemática que nos ayude a hacer esta conversión.

Esta decisión motivo a que nuestros valientes ambientalistas a  levantarse de sus cómodas camas de madera(de algún bosque tropical), entraran a sus autos movidos por gasolina 95(que es más ecológica) y se dirigieran al heroico acto de amarrarse a los arboles para impedir este atroz acto contra la madre tierra.

La pregunta del millón de dólares es: ¿es necesario para nosotros como sociedad, la construcción de estos estacionamientos?. Siendo un poco mas objetivo, no me sentiría nada seguro, si por algún motivo, tengo que denunciar o declarar contra algún “poderoso del país”, y mi auto está estacionado a 200 o 500 metros de la Corte de Suprema de Justicia. Además, todos conocemos como los autos estacionados en lugares improvisados, afectan a toda una vía, al punto de retrasar al ciudadano común, para que llegue a su destino (casa-trabajo, trabajo-casa, trabajo-bar).

Regresando a la protesta: ¿Amarrarse a un árbol y acostarse en el suelo a jugar Angry Birds en tu IPAD, e impedir el paso de camiones, es la forma más profesional? ¿Fue consultado con el resto de la sociedad, si nos parece bien que se tornen nuestra voz ambiental, contra este gobierno opresor?... Me perdí ese referéndum.

Estuve en algunas manifestaciones y actos ambientalistas durante mis primeros años de universidad, luego madure como estudiante hasta llegar a ser un profesional, y me di cuenta que la mejor forma de “luchar” es estudiando, cuestionando y principalmente: proponiendo soluciones en vez de llamar la atención con actos copiados de Greenpeace…de lo contrario obtendrás la atención de programas de entretenimiento y el rechazo y burla de la parte de la sociedad que hacen los cambios reales: la comunidad profesional, estudiosa y conocedora de la materia.

Sean críticos, mantengan su inclinación política y su ideología ambiental siempre presente, pero no se dejen influenciar por la pasión que les pueden vender pseudo-candidatos políticos, personalidades del gobierno, y otros que no sabría como catalogar por su misterioso empeño en oponerse a todo…digan: “no, porque…” o “si, porque…”…no se queden solo en el monosílabo.

domingo, 1 de julio de 2012

Grandes cosas, pocos cambios


"Si supiera que el mundo se ha de acabar mañana, yo hoy aún plantaría un árbol. " Martin Luther King

Desde que el ser humano empezó a vivir en comunidad y se fueron formando las primeras grandes civilizaciones, ha existido la necesidad de construir megaobras de ingeniería, sea por vanidad (las esfinges), religión (Templo de Jerusalén), con fines bélicos (Muralla China), entretenimiento (Coliseo Romano) o para suplir alguna necesidad básica del momento. Lo cierto es que, no es nada nuevo el concepto de “mega proyecto”, pero, ¿Qué ha cambiado?

Hoy día conocemos el impacto que el hombre es capaz de tener en el medio ambiente; la contaminación, el deterioro de la capa de ozono y el famoso efecto invernadero son vivos ejemplos de esto.  Pero esta realidad no debe ser un impedimento para que se sigan realizando estas grandes obras, que han sido tan características en nuestra evolución como especie. El cambio está en que, consciente del impacto que se tiene en el planeta, hay que ajustar la forma en la que se van a realizar estas obras.

Todo proyecto puede ser viable, sostenible y manejarse de forma integral con el medio ambiente, si se realiza de forma correcta, utilizando las nuevas tendencias en ingeniería y las tecnologías adecuadas. Esta es la función del ingeniero ambiental/sanitario, ingeniar (de ahí la palabra) la forma de llevar una obra de la mejor forma posible, tomando en cuenta todos los factores de riesgo, las medidas para mitigar las posibles afectaciones y la forma de compensar los daños que se den en la fase de construcción y operación.

Oponerse al progreso es ir en contra de la evolución y menospreciar nuestra capacidad como seres humanos de solucionar los problemas. La obligación que tenemos como miembros de una sociedad será siempre, la de exigir que las cosas se hagan de la forma correcta, amparados por las normas vigentes y principalmente por el sentido común.

Este blog no buscar ser 100% técnico, ni enfocado únicamente a la ingeniería. Es un espacio donde daré un análisis desde mi punto de vista como profesional, ciudadano y morador de este planeta. Los temas estarán siempre ligados a la cultura medioambiental y las decisiones políticas del momento…sean bienvenidos.